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Menos mal hacen los delincuentes que un mal juez

Delitos e Inquisición en el Perú Colonial

Para empezar es necesario definir la delincuencia, o en el mejor de los casos violencia; bajo el  punto de vista de quien suscribe (camino por el cual se quiere concebir el tema) nos referimos a violencia cuando se quiere describir un comportamiento deliberado que puede provocar daños físicos o psíquicos al otro. Violencia es la acción y el efecto de violentarse en busca de imponer u obtener algo por la fuerza.

 

Si bien es cierto que la delincuencia parece más un tema de la actualidad, es importante conocer que esta latente no sólo se remota al hoy, sino que tiene una historia, un pasado que es necesario conocerlo, para comprender los hechos que actualmente nos alarman y ofenden tanto.

 

Desde sus inicios, el Perú gozó de este fenómeno, por ejemplo durante el periodo incaico había normas como “el no seas ladrón”, “no seas ocioso”, leyes que nos indicaban la realidad, o sea lo que existía; sin embargo no nos detendremos a analizarlo desde allí, si no más bien desde la instauración de la época colonial, post conquista, y si es necesario tomaremos detalles de la época de la conquista que nos ayudarán a comprender más el tema. Cabe mencionar que dentro del texto se vinculará el hecho de que los abusos y la violencia en el Perú, en muchos de los casos estuvieron ligados al poder.

 

Durante la etapa colonial, uno de los hechos más resaltantes que están involucrados con la violencia y con lo que en esa época se consideraba delincuencia, se remota a la Santa Inquisición. De acuerdo a lo descrito por Gabriela Ramos en el libro de Henrique Urbano, se sabe que:

           

“La Inquisición llegó al virreinato peruano con el virrey Toledo. (…) En lo que respecta a la Inquisición, Toledo no solo trajo la misión de instalarla en el virreinato peruano, sino que también había tenido la posibilidad de recomendar el nombramiento de sus principales funcionarios. Durante el gobierno de Toledo, la Inquisición en el Perú contó con el apoyo de la autoridad civil, armonía que fue alentada por la convicción de un proyecto en común, que en su discurso proclamaba fidelidad a la corona y la salvaguarda de los intereses del Estado (…)”  (2010:76)

 

El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición tenía como función esencial la defensa de la fe católica, seriamente amenazada, según sus registros, por los ataques de los herejes. La palabra "hereje" era empleado para calificar a aquellas personas que sostenían opiniones o creencias contrarias a la fe de Cristo y de su Iglesia. Las herejías en general eran vistas como crímenes contra Dios, la Iglesia, los dogmas católicos; y, al mismo tiempo, contra la monarquía hispana, el estado, el orden social y la tranquilidad del pueblo[1]. Grande era el miedo que se sembró, en los habitantes, durante esta época, ya que era enorme la gama de los actos que consideraban delitos y dolorosas las medidas impuestas como castigo. Para reflejar un poco el pavor que se tenía en la época se les invita a ver el siguiente video:

 

 

 

Dentro de los delitos considerados por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición figuran los siguientes: Delitos contra la fe, aquellos que en alguna forma resultan contrarios a los dogmas católicos; principalmente eran los cometidos por quienes profesaban proposiciones ajenas a la fe y los apóstatas. Cuando se habla de apostasía, se refiere al abandono total de la fe católica para profesar otra religión: el judaísmo, el islamismo, el protestantismo, etc. Este delito incluía a las personas que abandonaban el estado clerical o monástico, en cuyo caso se denominaba apostasía de las religiones; estos, a su vez, devenían en sospechosos de herejía. Antes de la existencia del Santo Oficio los apóstatas eran sancionados por las autoridades civiles con pena de muerte por hoguera, lapidación o decapitación así como con la confiscación de sus bienes.[2]

 

Los otros delitos sancionados eran los delitos contra la fe moral, los cuales comprendían la blasfemia, la bigamia, las supersticiones, la brujería, la adivinación, los sortilegios, los augurios, la idolatría, los pecados “nefando” (Se les denominaba también delitos abominables o inconfesables. Esta variedad incluía a las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo; a las relaciones sexuales entre personas de sexos opuestos contra natura y a las relaciones sexuales con animales)[3].

 

Para explicar sobre los castigos infringidos por el tribunal de la Santa Inquisición se recomendará ver los siguientes videos:

 

 

 

A modo de conclusión si se analiza el tema, resulta en la actualidad algo problemático, sobre todo porque se tiende a juzgarlo desde categorías ajenas al momento histórico en que se desarrolló. Es importante ubicar en su contexto histórico cada una de las instituciones del pasado.[4] Lo que resaltaremos es cómo se concebía en la época el delito, y la gama de sanciones que se tenían para reprenderlo. En comparación con l actualidad se  logra notar que los delitos en aquella época estaban muy relacionados con cuestiones de moral y de fe, y que el poder radicaba en el Estado y la Iglesia; ello porque en la idiosincrasia de la época se creía que el poder del rey venía de Dios, tal es así que podríamos concebirlo como dos poderes en uno.



[1] Cfr.  Delitos Juzgados por el Tribunal de la Inquisición  2002

[2] Cfr.  Delitos Juzgados por el Tribunal de la Inquisición  2002

[3] Cfr.  Delitos Juzgados por el Tribunal de la Inquisición  2002

[4] Cfr. Historia de la Iglesia en el Perú – X. La Inquisición 2010

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